La salud en los tiempos del cólera

Ayuda de emergencia

La mortífera epidemia que se ha abatido sobre Zimbabwe era previsible y habría podido evitarse. Los comités de salud organizaron la ayuda de emergencia... y la protesta social.

Uno de los rasgos distintivos de la ayuda es su carácter dual. Por una parte, la asistencia a las personas necesitadas de ayuda es una obligación humanitaria de la que puede depender la supervivencia. Por otro lado, la ayuda a menudo suplanta la intervención política y contribuye a afianzar el statu quo. Para describir el dilema al que se enfrenta en el ejercicio de su trabajo, Medico International ha acuñado el término "ayuda de emergencia crítica". Con él quiere expresarse que cuando las personas necesitan ayuda es preciso hacer una reflexión crítica sobre el papel que uno desempeña, sobre las causas de la emergencia, y en última instancia sobre cómo superar la necesidad de ayuda.

Buen ejemplo de la ayuda de emergencia crítica es la labor de una contraparte de Medico, Community Working Group on Health (CWGH), en Zimbabwe. Durante el verano de 2008 se desató allí una epidemia de cólera que afectó a casi 100.000 personas: CWGH estuvo allí para prestar ayuda de emergencia. Sus 300 trabajadores sanitarios actuaron en diez distritos del país y atendieron a cerca de 40.000 personas. Inmediatamente tras la aparición de la epidemia en 2008 distribuyeron miles de "kits higiénicos" con pastillas para desinfectar el agua, jabón fénico, detergentes y guantes de látex, así como sales rehidratantes para incrementar el volumen de líquido y potenciar la eliminación de toxinas en el intestino.

Comités locales de salud

Sus integrantes trabajaron estrechamente con los afectados e impulsaron la creación de comités locales de salud, en los que participan no sólo el personal cualificado sino también los representantes electos o tradicionales de la comunidad. A través de los comités, CWGH inició también campañas informativas sobre el cólera, sobre cómo evitar infecciones y sobre primeros auxilios en caso de infección. Las reuniones a tal efecto se celebraron en las plazas de las aldeas, pero en no pocas ocasiones fue necesario ir de choza en choza y de puerta en puerta para transmitir la información.

Las infraestructuras han dejado de funcionar en Zimbabwe y la situación ofrece el caldo de cultivo ideal para la epidemia. La falta de accesos a agua no contaminada es sintomática del colapso. Es preciso mencionar que el gobierno centralizó en 2006 el suministro de agua para incrementar los ingresos por el agua, pero al mismo tiempo no hizo nada para impedir el deterioro de las canalizaciones. Muy pronto casi nadie tuvo acceso a agua potable, ni siquiera en la capital Harare. De este modo, el cólera pudo extenderse sin dificultad a través del agua contaminada. Hasta ahora, 3.500 personas han fallecido como consecuencia de la enfermedad.

Pese a que la tasa de mortalidad en los brotes de cólera es de menos de un uno por ciento entre los afectados, en el caso de Zimbabwe ha sido del cinco por ciento. Los largos años de privaciones han debilitado a los zimbabwenses hasta tal punto que son presa fácil para enfermedades de cualquier tipo. En los últimos veinte años, la esperanza media de vida para los jóvenes adultos ha quedado reducida a la mitad, hasta ser la más baja de todo el planeta: 34 años para los hombres, 37 para las mujeres.

Reformado hasta el colapso

Ya en la fase de emergencia, nuestros compañeros del CWGH se mostraron muy críticos con el gobierno. Éste no hizo literalmente nada, más allá de anunciar una amplia campaña de concientización. En una carta a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la acusación de nuestros compañeros fue más allá de la denegación de socorro: "La crisis de la sanidad tiene su origen en el colapso económico del país y en el hecho de que cada vez son menos las personas que obtienen acceso a bienes tan necesarios y básicos como la educación, el transporte, el agua y la electricidad. La educación es parte importante de la salud, pero la mayoría de escuelas han cerrado sus puertas".

Es cierto que en otra época Zimbabwe disponía de un sistema sanitario relativamente extenso, mencionado a menudo como ejemplo de estrategia de participación en la atención primaria de salud. El gobierno invertía entonces una parte considerable de su presupuesto en garantizar que un porcentaje cada vez mayor de la población pudiese disfrutar de condiciones de vida salubres y del acceso a una asistencia sanitaria adecuada en caso de enfermedad.

Durante la crisis hiperinflacionista, el FMI y el Banco Mundial obligaron al país a efectuar recortes drásticos en su infraestructura, también en el sector de la sanidad. Los costes aumentaron y el personal sanitario cualificado abandonó el país. La "fuga de cerebros" se dirigió mayoritariamente hacia la antigua potencia colonial, Gran Bretaña, cuyo sistema sanitario depende en buena medida de mano de obra barata como consecuencia de sus propias reformas neoliberales. El éxodo del personal cualificado provocó el deterioro de la atención sanitaria y culminó en el colapso de la sanidad pública. En 2008, casi todos los hospitales públicos habían cerrado sus puertas y en todo el país apenas quedaban unos 300 médicos. Cuando llegó el cólera, sólo pudo reaccionarse con ayuda de emergencia.

Más que ayuda de emergencia

Los comités de salud puestos en marcha por CWGH fueron también uno de los pilares en las amplias protestas contra el cierre de hospitales y la falta de medicamentos y asistencia médica. Pese a que el gobierno reprimió violentamente las protestas, la organización consiguió trabar vínculos con sindicatos y organizaciones de mujeres, así como con comerciantes de la economía sumergida y con grupos pro derechos humanos. "Nosotros, los zimbabwenses", explica Itai Rusike, director ejecutivo de CWGH, "somos más que la cifra de afectados o de muertos por el cólera". Las conclusiones de sus compañeros reflejan que gracias a su trabajo fue posible por lo menos limitar la extensión de la epidemia.

En 2008, Medico destinó 25.500 € a la ayuda de emergencia y el valiente esfuerzo político del Community Working Group on Health.

Publicado: 03. mayo 2009

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