¿Qué sigue después de la libertad?

Una nueva Siria

3/3/25   Tiempo de lectura: 17 min

Un reportaje desde Damasco y Rojava. Por Anita Starosta

En el camino desde Amán hacia la frontera con Siria, rebasamos autos y minibuses venidos a menos en cuyos toldos observamos grandes pilas de colchones, cajas y muebles; el número de las placas vehiculares nos revela que en ellos viajan personas en su camino de vuelta. Tan sólo en Jordania, hasta hace poco vivían más de 700 mil refugiadxs sirixs; hoy miles de ellxs emprenden el regreso. Apenas al cruzar la frontera se encuentran con lo inesperado: los puestos de vigilancia fronteriza están adornados, y en altavoces resuena una canción revolucionaria de 2011. En las pantallas no sólo se leen informes acerca del proceso simplificado de ingreso al país, sino también mensajes de bienvenida para lxs recién llegadxs, con palabras que todavía hasta hace poco resultaban inimaginables: “Welcome to Syria your homeland has missed you”, se lee en una pantalla, y también: “Syria is the beginning: Be part of its bright future”. 

De igual forma, los hombres en los puntos de revisión nos saludan amigablemente. Si bien estos portan la insignia del HTS, no llevan uniforme distintivo. A nuestro paso, observamos tanques calcinados y puntos de control destruidos; nuestro conductor nos comenta que, antes, el servicio secreto mandaba en este lugar: tener que enfrentarse a sus vejaciones era algo cotidiano, así como también las detenciones de personas durante las revisiones. El “antes” al que él se refiere está apenas siete semanas en el pasado. A principios de diciembre de 2024, el régimen del presidente Bashar al-Assad colapsó y, si bien nadie vio esto venir, lo viejo desapareció en poco tiempo. ¿Pero ha emergido ya una nueva Siria?

La nueva vieja capital

Arribamos a Damasco. En la capital, es imposible no observar las huellas del colapso del régimen. La sede de la autoridad migratoria y de emisión de pasaportes fue consumida por el fuego, mientras que en la asolada central del Partido Baaz, pósters arrancados de Hafez al-Assad adornan el piso del vestíbulo. La vigilancia del edificio no es estricta, pues consiste en tres jóvenes combatientes del HTS que fuman en torno a un bote de basura en llamas; los suburbios ubicados al este de Guta se asemejan a un campo de ruinas. Aquí, alguna vez habitaron 500 mil personas y, durante la guerra civil, este lugar estuvo controlado durante algunos años casi en su totalidad por milicias enfrentadas al régimen, el cual lo sometió a un bombardeo masivo con el apoyo de Rusia. En 2018, cientos de miles de habitantes lograron ser evacuadxs hacia Idlib. 

Sin embargo, más allá de las ruinas, la vida vibra: las personas se mueven de aquí para allá en el Bazar al Hamidiyah; el casco de la ciudad está lleno de familias, mientras que jóvenes se toman selfies con los milicianos del HTS. Pareciera como si todxs buscaran darle la bienvenida a la nueva Siria y formar parte de ella. Por el contrario, los cafés y restaurantes lucen casi vacíos, pues sólo una minoría puede darse el lujo de consumir allí. La economía del país yace por los suelos y los precios de los artículos de consumo permanecen elevados. Esto resalta aún más la importancia de los espacios públicos, pues ellos son el escenario principal de una revisión crítica de los horrores del régimen que apenas da sus primeros pasos. 

En los días que siguieron a la apertura de las prisiones, la plaza Al-Marjeh se convirtió en un foro de la última esperanza: madres desesperadas colgaban fotos de sus hijos e hijas desaparecidxs y dejaban números telefónicos para ser contactadas: quizás su hijx se encontrara aún con vida, podría ser que alguien reconociera a la persona de la foto. Existen más de 120 mil desaparecidxs documentados, pero la cifra extraoficial es mucho más elevada. Al mismo tiempo, en las plazas se desenvuelve una disputa en torno al presente y al futuro del país; el día de hoy se llevará a cabo una manifestación en favor de la protección de las minorías. ¿Habrá lugar para todxs en la nueva comunidad que se construye en este país multiétnico y multirreligioso? ¿Gozarán todxs de protección? También en el lugar escuchamos reportes sobre ataques y persecuciones en contra de alevíes, el grupo etno-religioso al cual también pertenece la familia al-Assad. Siria es un país plagado de heridas y de “cuentas pendientes”.

En el café Rawda se reúnen activistas, intelectuales y repatriadxs procedentes de Europa. Antes, se podía afirmar con seguridad que la persona sentada en la mesa vecina trabajaba para el servicio secreto; ahora, por primera vez desde hace muchísimo tiempo, es posible hablar y celebrar abiertamente. Todxs lxs presentes están emocionadxs por ver que se ha abierto una puerta a un futuro mejor y de paz; y todxs están conscientes del papel decisivo que deben asumir tanto la sociedad civil como todxs aquellxs que desde 2011 luchan por una Siria democrática para aprovechar esta oportunidad. Se discute hasta muy entrada la noche, mientras que también el nuevo gobierno del HTS es visto con escepticismo, pues se sabe mucho sobre el pasado de los islamistas y su gobierno en Idlib. La poca sangre derramada durante la toma del poder es observada por muchxs como una señal de un futuro posible en el que impere la paz; las personas no quieren perder una vez más los espacios libres que han conquistado. 

¿Cómo será el camino hacia ese futuro? Según el plan de los nuevos gobernantes, deberá establecerse un comité que delibere como parte de un díalogo nacional sobre la posible composición del gobierno, así como sobre la democratización del país; en tres años, la nueva Constitución deberá estar lista para poder celebrar elecciones al año siguiente. No obstante, del lado de la sociedad civil siria existen críticas, nos relata la luchadora por los derechos de las mujeres y compañera de medico Huda Khaity. Según ella, hace falta transparencia sobre los procesos de toma de decisiones, así como sobre la composición del comité. 

El infierno de Siria

Al norte de Damasco, en medio de montañas relucientes, se halla la temida prisión militar de Sednaya. Desde 2012, sobre todo presxs políticxs eran llevados ahí, y decenas de miles perdieron la vida. El 8 de diciembre de 2024, 2 mil presxs fueron liberados de sus celdas. En los muros del portal de acceso hay un mural con la bandera de la revolución siria, debajo de la cual se lee la frase: “El matadero humano: nunca olvidaremos, nunca perdonaremos”. Seguimos por una calle sinuosa, cuya pendiente conduce hacia el edificio principal. Frente a la entrada de este edificio aterrador, vemos que el piso de concreto se encuentra abierto: también aquí se buscaban celdas secretas. Al entrar al complejo, nos invade el olor a descomposición. Por allí vemos el tribunal en donde se dictaron miles de sentencias de muerte; por allá observamos las jaulas en las que los presos debían esperar su sentencia; más allá está el patio en el que se realizaban las ejecuciones. 

Entre más nos acercamos a las celdas comunes, el hedor se vuelve más penetrante. En cada uno de estos espacios oscuros de unos 20 metros cuadrados permanecían encerradas hasta cien personas. Posteriormente, supervivientes de este sistema del terror nos relatan acerca de todo tipo concebible de formas de prohibición del habla, de denunciación, violaciones y tortura; para los ahí presxs no se trataba de sobrevivir, sino de morir lo más rápido posible. Nadie sabe con exactitud en qué se convertirá este sitio del horror; lo que muchxs desean es conseguir justicia y esclarecimiento de los hechos tomando en cuenta a las víctimas, así como un castigo a lxs culpables, sin importar si siguen en el país o se han ido al extranjero. El camino para conseguir esto será largo.

Abogadxs en la clandestinidad

De vuelta en Damasco. Subimos una escalera en la oscuridad, iluminando el camino con nuestros celulares. En unas oficinas nos encontramos con la abogada Jihan, así como con los abogados Hussein, Adil y Amar. Es un momento especial, ya que para lxs cuatro este es su primer encuentro en persona desde hace mucho tiempo. “Todxs estábamos presxs en este país”, dice Hussein. “Nunca me habría imaginado que algún día nos reuniríamos con una organización internacional de derechos humanos en nuestras propias oficinas”. Hablamos durante horas, en las que hubo muchas risas, pero también lágrimas. La bandera de la revolución siria cuelga en una de las paredes de la oficina. 

Lxs cuatro forman parte de la red de abogadxs del Center for Legal Studies and Research (The center), apoyada por medico. En los últimos años, algunxs de sus miembros han trabajado por la defensa de los derechos humanos desde el exilio; entre ellxs está el abogado Anwar al Buni que, desde Berlín, ha llevado casos en contra de perpetradores sirios frente a tribunales europeos. Incluso poniendo su vida en riesgo, estxs abogadxs han trabajado desde la clandestinidad en Siria; hasta donde las condiciones lo permitían, proporcionaron dinero, ropa o productos de higiene personal a lxs presxs en las prisiones civiles, representaron legalmente a lxs presxs políticxs e intentaron evitar el cumplimiento de penas de muerte. Además, consiguieron la absolución de 23 personas y una y otra vez encontraron caminos para llevar adelante procesos legales en medio de un sistema corrupto. 

Frecuentemente, ellxs eran para lxs reclusxs el único vínculo con el mundo exterior. Aún después de su liberación, algunxs siguen manteniendo contacto con sus abogadxs. Sin embargo, como nos cuenta Hussein, para muchxs no está resultando fácil volver a empezar. Tal es el caso de personas como Sinan, nuestro acompañante en Damasco quien, en 2011 y con 23 años de edad, inició actividades en la resistencia civil. Tras ser descubierto por los esbirros del sistema, fue enviado a un centro de tortura del servicio secreto, donde logró sobrevivir; gracias a un pago de su familia fue trasladado a la prisión civil de Adra. Aun no pronunica el nobre Assad en voz alta. “A la libertad”, comentó en alguna ocasión, “primero tengo que acostumbrarme otra vez.”

“Hay miles de casos como este”, nos cuenta Amar, mientras señala hacia las decenas de cajas de cartón apiladas en las oficinas. En algunas de ellas, se encuentran documentos de la prisión de Sednaya. Amar abre una carpeta y saca varios documentos: fallos sentenciasjudiciales, tarjetas de identidad de lxs presxs, distintivos pertenecientes a los guardias, diversas listas. Lxs abogadxs pudieron poner bajo resguardo cientos de miles de actas del aparato represor del régimen y ya han capacitado a equipos de voluntarios que ayudarán a procesar los documentos de acuerdo a estándares internacionales. La creación de una base de datos es central para la revisión judicial de los casos, así como para aquello que en el lenguaje especializado se conoce como “justicia transicional”. Hasta ahora, el gobierno del HTS apoya este proceso; no obstante, el equipo de The Center no sólo está mirando hacia el pasado, sino que sigue también atentamente lo que está pasando en Siria en la actualidad, pues a la fecha siguen ocurriendo violaciones a los derechos humanos, así sea en forma de detenciones arbitrarias o de asesinatos extrajudiciales. Lxs abogadxs están convencidxs de que estos crímenes también deben ser castigados, pues sin un sistema judicial justo no puede haber democracia verdadera. Jihan lo formula en estos términos: “No podemos permitir que los crímenes del régimen sirio vuelvan a ser cometidos con  manos nuevas.”

¿Qué queda de Rojava?

La situación es muy distinta durante nuestra visita en Rojava. Nuestra primera parada es la ciudad de Qamishli. Si bien la región posee una administración autónoma de facto desde la entrada en vigor de un tratado en 2012 –en aquel entonces, el régimen se retiró y dejó el combate de las milicias del “Estado Islámico” (EI) en manos de las fuerzas kurdas de autodefensa (SDF)–, la dictadura no ha estado en modo alguno ausente. Hasta hace poco, ella tenía bajo su control el aeropuerto de Qamishli, así como algunos barrios de la ciudad; además, a consecuencia de los ataques turcos en 2019, los ejércitos sirio y ruso se encontraban desplegados en la región, un acuerdo hecho en la lucha de la Administración Autónoma por su supervivencia. ¿Y hoy? En una rotonda yacen los restos de una estatua de Hafez al-Assad. El hecho de que aquí nadie lamente lo ocurrido con el Partido Baaz es el resultado de una larga historia: durante décadas, lxs kurdxs gozaron de derechos limitados, mientras que el Noreste fue mantenido intencionalmente subdesarollado. En lugar de ello, hubieron proyectos gubernamentales que fomentaban la “arabización” de la región. Es por esto que en las ciudades con influencia árabe existe apoyo para el nuevo gobierno del HTS, mientras que los viejos resentimientos antikurdos se encienden nuevamente. 

En Qamishli, nos encontramos con socios de medico, así como con muchxs viejxs conocidxs. Aquí, la incertidumbre con respecto a la nueva Siria es aún más grande que en Damasco, pues el dolor y lo vivido con al-Nusra –la organización que antecedió al HTS–, así como con todos los otros grupos islamistas radicales, calan muy hondo como para dejarse llevar por ese arrebato de alegría que permea en el resto del país. El escepticismo se alimenta de noticias como aquella sobre el nombramiento para el gobierno de transición de un líder de una milicia islamista que, en 2019, asesinó premeditadamente a la política kurda Hevrin Khalef. Por lo menos, las primeras conversaciones entre el comandante de las SDF Mazloum Abdi y el gobierno del HTS ya han tenido lugar; las declaraciones de intenciones ahí expresadas son motivo de esperanza con reservas. Sin embargo, los hechos deben seguir a las palabras. 

Entretanto se ha vuelto claro que ni representantes de la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria, ni tampoco otras minorías, formarán parte del comité nacional de transición. No obstante, la negociación –en la que también existen líneas rojas– de lxs kurdxs con el nuevo gobierno es algo inevitable. En ella, se trata de derechos sobre libertades políticas, de la administración de las ciudades, de la distribución equitativa de recursos, así como de la cuestión del papel que las SDF tendrán en un futuro. Respecto a estos temas, la Administración Autónoma ya organiza un proceso interno de diálogo. “Aquí nadie va a renunciar a lo que hemos logrado en los últimos diez años, sobre todo los derechos de las mujeres”, nos dice Evin durante una reunión en Hasaka. Ella formó parte de una comisión de mujeres en la Administración Autónoma. Actualmente, la dirigencia en Rojava está ocupada en términos paritarios, existen leyes para la protección frente a la violencia contra las mujeres, la poligamia está prohibida, mientras que hombres y mujeres gozan de las mismas oportunidades en educación y también en el ejército. Si todo esto seguirá existiendo en la nueva Siria, es una de tantas preguntas abiertas. 

Expulsión sin fin 

Mientras tanto, la amenaza a Rojava se ha intensificado enormemente. El Ejército Nacional Sirio (SNA) financiado por Turquía, también surgido del Ejército Libre Sirio y que desde 2016 ocupa parte de los territorios kurdos en el Noreste de Siria, aprovechó el avance del HTS en diciembre de 2024 para adentrarse recientemente en territorio autónomo. Las fuerzas kurdas tuvieron que entregar Tal Rifaat/Shebha y la ciudad de Manbij, mientras que Kobane –convertida en un lugar simbólico de la autodeterminación kurda tras la expulsión del EI– se encuentra actualmente bajo ataque. Nuevamente, la ofensiva ha desencadenado movimientos masivos de gente: a comienzos de diciembre, 120 mil personas se vieron obligadas a huir de la noche a la mañana con destino a Tabqa o a Raqa, la mayoría de las cuales había sido expulsada de Afrin por el SNA unos cuantos años atrás. 

Con ayuda de medico, lxs rescatistas de la Media Luna Roja Kurda han montado al menos una infraestructura provisional; lxs recién llegadxs son alojadxs en escuelas, mezquitas, centros comunitarios y estadios, así como también en otrora edificios gubernamentales. Con nuestrxs companerxs de la Media Luna Roja Kurda, visitamos los albergues de emergencia en Qamishli y en Hasaka. Aqui falta de todo, la situación del suministro es catastrófica. Si bien la ayuda humanitaria de emergencia internacional es casi inexistente, la solidaridad entre la población es grande: muchas personas han puesto sus casas a disposición para lxs refugiadxs, han realizado colectas de donativos y organizado actividades para lxs ninxs. 

Nuestra próxima parada es el campamento de Newroz en Derik, ubicada en el extremo nororiental del país. Este es uno de los cuarenta campamentos de refugiadxs en la región que, hasta el día de hoy, son requeridos, una y otra vez, para nuevxs desplazadxs que no dejan de llegar. La administración del campamento no tiene mucho tiempo para nosotrxs: actualmente, unas 16 mil personas viven aquí, una cifra que aumenta día por  día. 51 familias llegaron hace poco, provenientes de las ciudades Tabqa y Raqa. Hacen falta tiendas de campaña, mientras que la infraestructura para las instalaciones sanitarias y para los bienes de ayuda resulta insuficiente. Sin embargo, se sigue viendo a hombres y a mujeres descargando de grandes camionetas todo lo que poseen. 

No es mucho lo que se descarga. De pie, frente a nosotrxs, una mujer desesperada nos cuenta que se vio obligada a huir de Shebha tras la llegada de los islamistas; relata que en Tabqa durmió en plena calle, en Raqa pudo hacerlo en una escuela. “Hemos cruzado toda Siria huyendo y aún así no tenemos nada.” 

De repente, la conmoción se extiende; la siguiente mala noticia ha llegado: Trump ha frenado por decreto la ayuda para el desarrollo proveniente de Estados Unidos. Todavía no está claro lo que esto significa para las personas aquí, que ya de por sí temen un posible retiro de las tropas estadounidenses. Sin embargo, debe esperarse lo peor. Hasta la fecha, el agua y el pan, así como el personal administrativo, son financiados con dinero estadounidense; en los días que siguen, escuchamos en repetidas ocasiones que trabajadorxs de organizaciones locales de ayuda humanitaria financiadas por USAID han sido despedidxs por correo electrónico, así de simple. Según estima nuestro acompañante Ossama, esto afectará a 300 personas. Hay por lo menos medio millón de personas en la región cuyo aprovisionamiento depende de la ayuda financiera; el mismo Ossama participó en un proyecto de desarrollo ecológico y hoy está desempleado. 

Al despedirnos, un sentimiento ambivalente nos invade; la caída del régimen ha alterado las coordenadas, abierto nuevos espacios. Queda aún por verse qué rumbo tomará el desarrollo de Siria. No obstante, mientras en buena parte del país la gente ahora tiene algo por ganar, en el noreste se trata de no perder aún más o, de plano, de no perder absolutamente todo. 

Desde 2011 medico apoya a quienes, a pesar de la guerra civil y el terror, no han renunciado a una Siria democrática, desde Rojava a Damasco. Hoy como ayer, se trata de la ayuda humanitaria de emergencia, del esclarecimiento de crímenes, de la atención médica y del fortalecimiento de las luchas feministas. 

Ya sea mediante la campaña de donaciones “Solardarity” o el MENA Prison Forum; ya sea a través de artículos o de podcast: medico intenta mantener despierto el interés por y la solidaridad con la región, también aquí en Alemania. Esto sólo es posible gracias a su gran disposición para donar.


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