Entrevista

Un feminismo contra el sistema

Pierina Ferretti sobre la fuerza unificadora del feminismo latinoamericano.

Unos días antes del 8 de marzo y de la gran protesta conmemorativa de este año en Chile, conversamos en Santiago con Pierina Ferretti, autora de nuestro Diario Chileno, acerca del movimiento feminista en Chile y en Latinoamérica. Nos encontramos en la sede de CODEPU, una organización de derechos humanos contraparte de medico desde hace ya muchos años. CODEPU estaba al borde de la disolución cuando estalló el levantamiento popular en Chile; sin embargo, la continuación de su trabajo se convirtió en una de las demandas del movimiento. Sus oficinas se encuentran en Paseo Bulnes, localizado en el corazón de Santiago y escenario de graves enfrentamientos entre manifestantes y carabineros. Durante los mismos, estas oficinas dieron resguardo a l@s herid@s, donde se les brindó atención médica. Desde entonces, todo ha cambiado. Él feminismo también.

Cuando menos desde el levantamiento social de 2019, Chile se encuentra en vía hacia lo que parece una transformación profunda: un nuevo gobierno, en el que muchos ministerios estarán ocupados por mujeres, tomará posesión el 11 de marzo. La Convención Constitucional trabaja en la elaboración de nuevas normas y en la construcción de una nueva identidad plurinacional. ¿Cuál es la importancia del movimiento feminista al interior de estos procesos?

El movimiento feminista es la fuerza política y cultural más masiva en Chile desde la vuelta a la democracia. Este movimiento ha conseguido ejercer una influencia sobre distintos sectores y estratos de la sociedad chilena y ha dado forma a un cierto espíritu de rebeldía: el feminismo representa un llamado a rebelarse, a la desobediencia; es una invitación a decir ‘no’ y a establecer límites, a levantarse en contra de las injusticias que nos oprimen y se han vuelto insoportables.

El feminismo es una fuerza cultural que ha despertado y radicalizado a la sociedad chilena, que ya no está dispuesta a soportar en silencio la miseria y el sufrimiento; ahora, la sociedad toma las calles, pues se ha dado cuenta de que muchos males, en apariencia privados, son causados socialmente y, por tanto, deben ser abordados como problemas sociales en el espacio público. En ello, el feminismo ha jugado un papel decisivo, no sólo para las mujeres o las disidencias sexuales, sino para la sociedad en su conjunto.

¿Representa el feminismo latinoamericano actual una nueva corriente que desafía al feminismo europeo y norteamericano de los años setenta y ochenta?

Yo pienso que entre ambos feminismos existen continuidades y rupturas o, digamos, nuevos elementos. Es cierto que existen reivindicaciones que fueron formuladas primero en Europa y Estados Unidos y retomadas después por el feminismo latinoamericano. Entre ellas, por ejemplo, tenemos a los movimientos por el voto femenino o por la legalización del aborto. Ahí veo yo una continuidad, pues estas demandas se han vuelto universales en el movimiento feminista y pueden encontrarse con distintos grados de intensidad en la historia y en la geografía del feminismo global.

Pero, aunado a esto, el feminismo latinoamericano ha logrado abordar problemáticas específicas de nuestras sociedades periféricas y coloniales; problemáticas que tienen su origen en un particular desarrollo histórico del capitalismo, así como en la posición específica de Latinoamérica en la división internacional del trabajo. La cuestión de la clase, así como los problemas derivados del racismo, son distintos aquí.

¿A qué te refieres exactamente con ello?

El feminismo en Latinoamérica consiguió hacer frente a las condiciones que el neoliberalismo ha impuesto a las mayorías populares. En muchos países, estas condiciones están relacionadas a proyectos extractivistas, cuyas víctimas son, en primer término, precisamente mujeres. Ellas son, sin embargo, las primeras en levantarse contra estos proyectos, arriesgando la vida, pues es bien sabido que Latinoamérica es una región muy peligrosa para activistas ambientales.

El feminismo se ha centrado también en analizar la relación estrecha entre patriarcado, extractivismo y capital y, al mismo tiempo, entre patriarcado y violencia sexual. La violencia contra las mujeres y el feminicidio, como han afirmado importantes feministas latinoamericanas, está estrechamente relacionado con una creciente precarización de la vida en la región.

Es debido a estas particularidades de Latinoamérica y a las condiciones de opresión en que viven nuestras sociedades que el feminismo latinoamericano realiza una contribución al feminismo global, incorporando en ella las tradiciones y las luchas históricas del feminismo. Aquí aún debemos pelear por cosas que el feminismo ya ha conquistado en otras partes del planeta, por ejemplo el aborto, que aún se criminaliza en Chile. La lucha por el aborto legal nos conecta, así, con otras feministas en todo el mundo.

En Argentina, en Chile y en otros países de Latinoamérica hay impresionantes manifestaciones feministas masivas, no sólo el 8 de marzo. Esta “ola feminista” encierra una gran explosividad, ¿de dónde viene la fuerza y el alcance del movimiento feminista?

Antes de la emergencia del feminismo, ningún movimiento político había logrado convocar a tantas personas en las calles; ni las organizaciones tradicionales de la vieja clase trabajadora, ni otros movimientos sociales. El movimiento feminista lo consiguió, a mi parecer, por diversas razones. Una de ellas podría explicarse de la siguiente manera: la historia reciente de los movimientos sociales y de la izquierda está marcada por una gran derrota y una de las pocas fuerzas sociales que ha contribuido a la reconstrucción del tejido social y, con ello, al surgimiento de nuevos sujetos políticos con la fuerza para rebelarse, fue precisamente el movimiento feminista. Esto es un elemento fundamental para entender las dimensiones impresionantes y el alcance de las protestas feministas.

Otra razón de ello es, además, que el movimiento feminista ha logrado tocar fibras sensibles en la sociedad, pero sobre todo en las generaciones de mujeres más jóvenes. A las protestas feministas asisten sobre todo mujeres muy jóvenes, debajo de los 18 años, muchas de ellas incluso tienen 12, 13, 14 o 15 años. Esta generación no arrastra con el trauma de las dictaduras y tiene por ello una proclividad a la desobediencia y también a cuestionar las normas establecidas. El feminismo ha incorporado esta posición rebelde, así como la disposición a luchar en contra de un orden injusto y opresivo.

Una razón más es la gran promesa incumplida que la modernización neoliberal le hizo a las mujeres, que fueron integradas masivamente al mercado de trabajo en los años ochenta y noventa. Muchas mujeres vieron en ello grandes esperanzas de una libertad y autosuficiencia prometidas. Después de más de treinta años, poco de eso se ha cumplido: la desigualdad de género se ha agudizado; en el mercado laboral impera una enorme brecha salarial entre hombres y mujeres y aún existen carreras universitarias exclusivas para hombres y para mujeres, respectivamente. Existe, pues, un malestar creciente con respecto a la promesa incumplida del neoliberalismo.

El último aspecto es la violencia. Toda mujer conoce la violencia de género, ya sea porque la ha sufrido en carne propia o porque conoce a otra mujer que la padece, no por último en el interior del hogar. El feminismo ha hecho posible que la violencia doméstica, así como las relaciones tóxicas, se discutan públicamente. La violencia patriarcal se ha convertido, así, en un problema público.

En Europa y Estados Unidos existe una crítica habitual a algunas posiciones feministas que, dicho a grandes rasgos, hacen evidente su compatibilidad con el neoliberalismo. La filósofa estadounidense acuñó hace algunos años el concepto de “neoliberalismo progresista” para describir esto. En Latinoamérica, por el contrario, el movimiento feminista parece ser quizás la fuerza política antineoliberal de mayor relevancia. ¿Cómo podrías explicar esta diferencia?

En primer término hay que aclarar lo siguiente: sería falso afirmar que no hay feminismo neoliberal en Latinoamérica. Ese feminismo existe, y también aquí intenta colocar a mujeres en posiciones de mando, tanto en empresas como en instituciones de gobierno. Sin embargo, ese feminismo no es hegemónico y tiene en el feminismo antineoliberal, antipatriarcal y con perspectiva de clase a un claro antagonista. Las condiciones de vida predominantes en Chile hacen necesaria la existencia de un feminismo antineoliberal; este hace frente al feminismo neoliberal en un conflicto permanente, con el objetivo de imponerse como el feminismo más progresista. Muchas de las injusticias contra las que luchamos tienen su origen en la forma neoliberal del capitalismo en Chile. Por ello, un feminismo que tenga como finalidad eliminar estas injusticias, tiene que abordar necesariamente el neoliberalismo en Chile y al mismo tiempo la cuestión de una transformación a escala global.

La entrevista fue realizada por Katja Maurer y Mario Neumann.
Traducción: Benjamín Cortés

Pierina Ferretti es una socióloga chilena. Publica regularmente ensayos y análisis sobre temas políticos de actualidad y es miembro de la fundación “Nodo XXI”, un foro para una izquierda antineoliberal, feminista y democrática. Participó como ponente en la conferencia de medico “La (re-)construcción del mundo” en febrero de 2021.

Publicado: 06. marzo 2022

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