medico: Como observadora de la extrema derecha, no sólo en Gran Bretaña –su país de origen–, sino también en Estados Unidos: ¿Puede afirmarse que las ideas de la extrema derecha sobre la política de salud ya están teniendo un impacto en la sociedad?
Sophia Harman: Por lo general, las ideologías de extrema derecha en el sector de la salud están dirigidas en contra de las élites, de grandes consorcios farmacéuticos y alimenticios, así como de empresas de tecnología. ¿Cómo se enraiza esto en la sociedad? La derecha retoma una preocupación ya existente entre la gente y esto es lo que determina su éxito. En Estados Unidos, por ejemplo, el movimiento “Make America Healthy Again” (MAHA) hace uso de ciertas “momfluencers” –mamás influencers– que han expresado preocupación con respecto a la alimentación de sus hijxs, mostrándose escépticas frente a las recomendaciones de las élites políticas o sintiéndose ignoradas por ellas.
En mi país, Gran Bretaña, esto puede observarse en la retórica en torno a la reforma de la Ley del Aborto. Y claro, luego está también la retórica antivacunas, que retoma una preocupación existente entre la población con respecto a las vacunas, pues es un hecho que ninguna vacuna es cien por ciento segura. Entonces, este discurso encuentra eco en los miedos de la gente por el bienestar de sus hijos y por su salud en el futuro.
¿No hay contradicción entre la ideología libertaria de la derecha por la desregulación y el individualismo con su retórica en contra de la industria farmacéutica?
Para algunxs en el movimiento MAHA, todo esto gira en torno a tomar buenas decisiones personales, a asumir responsabilidad individual y a buscar la optimización de sus cuerpos para mantenerse saludables; esta clase de individuos neoliberales, responsables de la salud de su cuerpo y de su bienestar, aún existe. Pero nosotrxs, en cuanto sociedad, también asumimos la responsabilidad por nosotrxs mismxs y nuestras familias.
Este tipo de conservadurismo es el que establece alianzas con el neoliberalismo tradicional en contra de la regulación estatal: desde su perspectiva, la atención médica en manos públicas no es una solución, pues ésta se ve muy pronto acaparada por una élite que nos dicta lo que tenemos que hacer. Sin embargo, justo este me parece el punto clave en el que se muestra el fracaso del movimiento MAHA.
Lo que observaremos durante las elecciones intermedias del próximo año, particularmente en Estados Unidos, es que una parte del movimiento MAHA dirá: un momento, ustedes no han actuado de manera tan radical como lo habían anunciado. Entonces aparece Trump con sus tonterías sobre el consumo de paracetamol durante el embarazo o sobre la regulación de empresas farmacéuticas extranjeras, entre otros temas similares. En este contexto, habrá tensiones y contradicciones.
Usted escribe en su libro que el control sobre los cuerpos de las mujeres y la explotación de la salud femenina constituyen el núcleo de las relaciones de poder en la sociedad. ¿Han ganado impulso las luchas por los derechos sexuales y reproductivos en el marco del ascenso de la derecha a nivel global?
Antes que nada me gustaría aclarar que la investigación científica y las evidencias en torno a la salud sexual y reproductiva son irrefutables. Resulta claro que la educación sexual exhaustiva, así como el respeto integral de los derechos sexuales y reproductivos, salvan vidas; por tanto, aquí se trata de un conflicto meramente político.
Lo que observamos hoy en día viene desarrollándose desde los años setenta. En aquel entonces, había reglamentaciones progresistas a nivel internacional para la protección y el impulso de los derechos sexuales y reproductivos, así como transformaciones a escala nacional, como por ejemplo el fallo judicial en el caso “Roe versus Wade” en Estados Unidos. Esto dio pie a que algunas fuerzas opuestas al aborto o al respeto íntegro de los derechos sexuales y reproductivos se movilizaran a nivel global. La idea que subyace a esta estrategia es: debido a que perdimos el debate en nuestro país de origen, debemos ganar influencia política en el extranjero y así conseguir un efecto búmeran que llegue de regreso a nuestros países.
Por tanto, estos temas nunca han desaparecido y siempre han sido objeto de disputa, sobre todo en los países del Sur Global que dependen de la ayuda para el desarrollo; ahí comenzó a desarrollarse un fenómeno global que ahora impacta de regreso en Estados Unidos y también en varias partes de Europa.
En este contexto, resulta particularmente notable que la extrema derecha global haya adoptado un lenguaje progresista para referirse a la salud reproductiva y sexual; cuando unx analiza sus argumentos, puede verse que apelan frecuentemente a las ideas decoloniales y a los valores tradicionales en ciertos países, cuando afirman que de lo que se trata es de defender la soberanía de los mismos. El movimiento ultraderechista ha llenado un espacio en el que muchas partes del movimiento progresista por la salud no supieron actuar. La mayoría de los países europeos tienen un pasado colonial. Como parte de sus proyectos coloniales, muchas mujeres –ante todo mujeres negras– fueron sometidas a pruebas y experimentos. Nunca hubo una disculpa pública por ello.
En Estados Unidos observamos algo similar con respecto al tema de las esterilizaciones forzadas, sobre todo entre las comunidades afroamericanas. Dado que esta situación nunca fue esclarecida en su totalidad, nos encontramos con situaciones en las que los lemas de la extrema derecha encuentran resonancia: “Resistencia frente a los actores internacionales que intentan esterilizar forzosamente a nuestras mujeres”. Unx podría afirmar que sí, esto de verdad ocurrió y nadie ha asumido la responsabilidad; las instituciones de salud global han decidido callar al respecto.
Debido a ello, es posible observar un cierto escepticismo frente al supuesto compromiso internacional en el ámbito de la salud reproductiva y sexual. Esto es notable también en el caso del escepticismo frente a las vacunas, donde se dibuja el mismo patrón. Yo pienso que la derecha ha sabido identificar esto muy bien y lo utiliza para sus propios fines. Las organizaciones globales de la salud de carácter progresista nunca fueron capaces de hablar de eugenesia en las antiguas colonias, de esto no se habla en absoluto durante las Cumbres Mundiales de la Salud.
A menudo pensamos en lo que la extrema derecha global destruye en el ámbito de la salud mundial, pero deberíamos concentrarnos más en lo que ella está construyendo –y en lo que nosotros podemos construir–, ya que los temas de salud sexual y reproductiva constituyen un elemento central de su política exterior.
¿Cómo afecta esta estrategia de la derecha al multilateralismo en el ámbito de la salud global?
No sólo se trata del recorte de los presupuestos o del abandono de la Organización Mundial de la Salud por parte de alguno de sus países miembros, sino también, por poner un ejemplo, de quién será el/la siguiente en asumir la dirección general de este organismo. La derecha global quiere a alguien que esté lo más cerca posible de sus intereses. Así como Robert Kennedy en su calidad de Secretario de Salud mina el sistema desde dentro, se intenta hacer lo mismo pero a una escala global.
Sin embargo, esta deslegitimación se encuentra conectada con una verdadera crisis de legitimidad en el ámbito de la salud global. La Fundación Gates es un buen ejemplo de ello. Pensemos únicamente en todas las teorías de conspiración sobre Bill Gates y las vacunas; a pesar de ello, la Fundación Gates es al mismo tiempo uno de los mayores donantes del mundo en cuestiones de salud global, sin verse obligada a rendir cuentas frente a nadie. Es evidente que las reacciones contrarias se derivan de cuestiones de fondo en torno a la legitimidad.
Al mismo tiempo, actores privados así como también instituciones filantrópicas como la Fundación Gates adquieren cada vez más relevancia debido a la ausencia de recursos económicos públicos, no sólo a escala global, sino también a nivel nacional. ¿Es el sector privado el verdadero ganador en esta coyuntura, no sólo en términos ideológicos, sino también materiales?
Desde ahora es posible observar el aumento de las contribuciones de fundaciones filantrópicas, que es el caso de la Fundación Gates, pero también del anuncio de inversión de cerca de 100 millones de libras esterlinas en la salud de las mujeres por parte de Melinda French Gates. Los Estados consideraban las cooperaciones público-privadas como algo muy valioso en el pasado. En este contexto, es conocido el principio de que el Estado asume la responsabilidad por los compromisos e invierte todo el dinero, mientras que las inversiones por parte de las empresas privadas prácticamente son inexistentes. Va a ser muy interesante observar cómo los filántropos más importantes empiezan a dar forma a su relación con los Estados y ver si se expresarán de manera clara sobre algunos de estos temas políticos o decidirán callar.
La entrevista fue realizada por Felix Litschauer y Andreas Wulf
Transcripción: Laura Höh
