Entrevista

Lo que Heiner Müller ya sabía

Una conversación con el nuevo Director Ejecutivo de medico, Tsafrir Cohen, en torno a falsas contraposiciones entre el Este y el Oeste; sobre la justicia histórica ausente y el optimismo profesional en tiempos difíciles.

medico: Tsafrir, después de ocho años estás de regreso en medico, ahora como Director Ejecutivo. A much@s personas que no te conocían les ha llamado la atención tu buen humor. Esto es también un mensaje político: ¿Puede y debe resultar divertido trabajar en una organización de ayuda humanitaria?

Tsafrir Cohen: Tengo que responder a esta pregunta a partir de mi biografía: yo provengo de una familia de clase trabajadora en ascenso y de un país que en aquel entonces estaba en vías de desarrollo. La vida fue siempre dura pero, al mismo tiempo, el mundo era una promesa. Yo considero que, en una organización como la nuestra, uno puede y debería compartir esta visión. Nosotr@s trabajamos en medico durante situaciones de crisis y momentos terribles: en una época de asesinatos en masa en Irak y del bloqueo de la Franja de Gaza; en los tiempos de mayor oscuridad en Latinoamérica y del Apartheid en Sudáfrica. Hemos sido testigos de muchos acontecimientos, los más recientes en Afganistán, en Haití, en un Líbano al borde del colapso. Por otro lado, nuestra organización es más que eso. Nuestro lenguaje gráfico es una prueba de ello: nosotr@s mostramos en él imágenes de personas que tienen una idea de cómo debería ser el mundo. Por ello, si trabajamos aquí, debemos ser optimistas en nuestro trabajo. Por cierto: hasta hace poco vivía en Londres y debo decir que aquí en Alemania el catastrofismo anímico es particularmente notable. No es la primera vez que veo esto: desde 1986 he vivido múltiples catástrofes por venir en Alemania que, a fin de cuentas, no tuvieron lugar.

Como solía decirse antes, l@s marxistas han previsto diez de las últimas tres crisis. Ahora podríamos replicar: L@s aleman@s se han equivocado las últimas cinco veces pero el mundo, ahora sí, está al borde de la catástrofe. La realidad de los últimos diez años, con la pandemia, la crisis climática y la guerra, dice mucho.  

El agravamiento de la situación de crisis es evidente. No se trata de negarla, sino de encontrar una manera para lidiar con ella políticamente. Las crisis siempre han sido productos de la actividad humana y, justamente por ello, los seres humanos son capaces de afrontarlas políticamente. La humanidad tiene todos los recursos para ello, sólo que no los utiliza.

Tengo la impresión de que, para ti, el “Sur Global” continúa representando en muchos sentidos una categoría central para el trabajo y la postura de medico. Ahora que aumentan los cuestionamientos en torno al Sur Global, ¿por qué tú sigues insistiendo en ello?

Yo creo que el Sur Global continúa existiendo, en un sentido específico; incluso se le está redescubriendo. Considero muy importante conservar el término, pues este significa colocar el trabajo con la historia en el centro, en vez de perderse en el presentismo radical de ciertos debates que, en consecuencia, se vuelven muchas veces superficiales y triviales. El Sur Global: consiste en países y regiones que hasta el día de hoy viven y padecen los crímenes del colonialismo; así sea con relación a las largas sombras de su pasado, como también a su actualidad. Padecen un colonialismo que no sólo anexó territorios a un imperio para así explotarlos, sino que definió a los seres humanos que ahí habitaban en términos étnicos y raciales e intentó erradicarlos. No podemos dejar de tomar conciencia sobre este hecho: una gran parte de las poblaciones de Norte y Sudamérica, de Australia y África, fue esclavizada o exterminada. Este es el lado oscuro de la Ilustración, un acontecimiento sin parangón y que, no obstante, es en su mayor parte ignorado por la percepción que el “Occidente” tiene de sí mismo. Son hechos que no han encontrado justicia histórica. ¡No existe en todo el mundo un sólo museo dedicado a la historia del colonialismo! El discurso decolonial y nuevos movimientos como el de Black Lives Matter representan, quizás, tan sólo el comienzo. Por cierto, el hecho de que muchos países del Sur Global rechazan la solidaridad con “Occidente” en el marco de la guerra en Ucrania forma parte de esta genealogía; existe incluso una conexión entre esta realidad geopolítica y la discusión en los museos europeos sobre la restitución de obras de arte robadas y la devolución de los despojos coloniales.

Tienes que ahondar en esto, por favor.

En esta cuestión existe un simbolismo que representa a la totalidad de la constelación política actual. Simple y llanamente: no hay reparación, ni justicia histórica, ni indemnizaciones, ni siquiera existe un reconocimiento de la herencia del colonialismo. También la política de desarrollo es frecuentemente presa de un espíritu colonialista que considera a las personas como niñ@s que requieren ser educad@s, y no como víctimas y descendientes de un crimen contra la humanidad. Y entre menos respuestas encuentren Europa y Occidente frente a la conciencia histórica que se desarrolla, ante todo, más allá de sus fronteras, mayor será el alejamiento de regiones enteras. Por esta razón muchas de ellas están mirando hacia China. ¿Por qué? La respuesta a esta pregunta es más interesante de lo que se cree. La comunista República Popular China es quizás el único país que estuvo en condiciones de anular el  orden mundial del colonialismo y que logró sacar a varios cientos de millones de personas de la pobreza. Esta es, propiamente hablando, la más grande historia de éxito en las últimas décadas, que hace ver, de cierta manera, a cualquier trabajo en materia de desarrollo de Occidente como algo risible. Si consideramos la simultaneidad del progreso con el autoritarismo y la brutalidad del proyecto de modernización frente a la población china, obviamente resulta ser algo problemático; no obstante, como unidad política nacional, China logró lo que los Estados africanos nunca consiguieron, pues el colonialismo tenía raíces tan profundas que ningúna cooperación para el desarrollo pudo cambiar en algo la situación. Por ello las miradas se dirigen ahora hacia China. En Washington, por cierto, se está observando detenidamente esto y entretanto se han producido ya las primeras reacciones. En el Oriente Próximo la situación es similar: ahí, las miradas no están puestas en Alemania, ni en Bruselas, Nueva York o Ginebra, sino en Dubai. Si no queremos ver transformaciones hacia el autoritarismo a escala global, entonces debemos transformarnos nosotr@s de manera radical y no imponernos sobre el mundo tan sólo mediante la fuerza económica o militar.

¿Qué significa esto para la cuestión de la guerra en Ucrania?

Aquí en Alemania, la guerra en Ucrania ha sido percibida como una ruptura fundamental. Efectivamente, los acontecimientos en Ucrania tienen repercusiones desde ahora visibles,  pero que en ocasiones tienen un alcance mucho mayor en el discurso alemán sobre cuestiones tan importantes como la guerra y la paz, así como la política exterior y de seguridad. Al mismo tiempo, los sucesos en Ucrania nos ayudan también a formarnos una imagen más clara de las transformaciones del discurso y de la realidad política. En el Sur Global, Rusia es vista como un aliado desde las luchas de liberación nacional, mientras que China, como dije, es considerada como el paradigma de un progreso económico digno de imitarse. Occidente y Europa deben preguntarse si no están atrapados en viejos esquemas de pensamiento colonialista cuando proclaman, no sin cierta hipocresía, la lucha en contra del autoritarismo en nombre del mundo libre, declarándose a sí mismos luchadores por la libertad. No estamos presenciando una lucha entre el Occidente libre, democrático y progresista y un Oriente autoritario y atrasado. Es mucho más complicado que eso: en un lado, existe una promesa de progreso basada en el autoritarismo; en el otro, la democracia y la libertad pierden cada vez más sustancia. El Occidente tiene una credibilidad casi nula, pues oculta su propia historia de violencia y no tiene nada para ofrecer a amplias regiones del mundo. A pesar de ello, defiende su modo imperial de vida. Hoy en día, un mundo sin autoritarismo se alcanza a través de la reparación de la historia.

Regresas a medico en el contexto de una situación política excepcional. Por eso, te hago dos preguntas a la vez: ¿Por qué decidiste volver? ¿Y cómo seguir adelante?

Los últimos ocho años me han mostrado que medico fue y sigue siendo como mi hogar en términos políticos. En medico existe una habilidad especial para establecer una conexión entre lo concreto y lo general y también con el discurso político. Eso es lo más grandioso que yo aprendí en medico. Sabemos bien que no transformamos el mundo con proyectos y, sin embargo, es necesario recurrir al ejemplo concreto que apunta más allá de sí mismo. ¿Qué puede significar esto para el futuro? medico ha crecido enormemente durante los últimos años gracias a nuestr@s soci@s patrocinador@s y amig@s, y su situación realmente nunca había sido tan buena. A pesar de ello, sigue siendo vigente: aunque fuéramos incluso diez veces más grandes, el trabajo con nuestras organizaciones contrapartes no transformaría por sí solo el mundo. Los proyectos son importantes, cambian la vida de las personas y las empoderan. No obstante, sólo adquieren una fuerza real si logran dar un impulso para la transformación de las estructuras políticas. Para las generaciones más jóvenes, el espacio global es algo que hoy se ve como algo natural; lo observo así en movimientos como el de Black Lives Matter, pero también por ejemplo en el movimiento global por el clima, en el feminismo y los movimientos migrantes. Si bien no se trata directamente de la revolución, estos movimientos plantean preguntas fundamentales.

El dramaturgo Heiner Müller dijo alguna vez: “El optimismo es sólo una falta de información”. ¿Qué le responderías?

Yo conocí a Heiner Müller personalmente, estuve en su casa algunas veces debido a artículos o entrevistas. Siempre tenía que llevar conmigo una botella de Johnnie Walker Etiqueta Negra, que costaba más de lo que yo recibía por las publicaciones. Pero valió la pena. Y desde aquel entonces estoy convencido: Heiner Müller fue un hombre muy optimista. Cuando cayó el Muro y tod@s carecíamos de respuestas; cuando algun@s izquierdistas extendieron un plátano a l@s aleman@s del este, pues pensaban que est@s no querían otra cosa que ser parte de la cultura de consumo occidental; y otr@s, por su lado, gritaban “¡Alemania nunca más!” debido al temor que sentían frente a un “Cuarto Reich”… En ese momento, Heiner Müller exclamó: “Tomen los grandes almacenes de Berlín por asalto”. Pienso que esta es una mirada muy optimista sobre el mundo: que es posible hacer algo. Mientras las demás fuerzas progresistas no tenían ninguna respuesta sobre lo que estaba ocurriendo, él ya había reflexionado acerca de cómo podría ser la emancipación del mañana.

Entrevista realizada por Mario Neumann, traducción: Benjamín Cortés

Publicado: 27. septiembre 2022

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