El pedregoso camino de Brasil para convertirse en una potencia mundial

Desarrollo a expensas de la salud

Aquí surge una pregunta estratégica: ¿Por qué fomenta medico también a contrapartes en países emergentes? En 2012 se sumaron dos nuevos proyectos en Brasil. En ambos se lucha – de manera ejemplar – por la importancia de los derechos humanos y civiles en los actuales modelos de crecimiento. Por Katja Maurer.

Desde su independencia, Brasil sueña con convertirse en una potencia mundial. Esta pretensión se manifiesta en grandes proyectos: desde Brasilia, la capital surgida de la nada en una zona semi-desértica, pasando por los rascacielos en Río de Janeiro hasta la continua deforestación de los bosques tropicales para dar paso a proyectos de colonización y tierras de cultivo. Actualmente ocupa el sexto lugar en la lista mundial de los países económicamente desarrollados, con lo cual esta idea parecería convertirse por primera vez en una realidad. Desde que en Brasil gobiernan presidentes de izquierda, el credo del desarrollo – que se impone frente a todas las consideraciones ecológicas y sociales – va acoplado a exitosos programas sociales. Las cifras oscilan, pero desde la elección en 2003 del Presidente Lula, un socialdemócrata de izquierda, unos 30 millones de personas han dejado atrás la pobreza extrema. El aumento del consumo ha creado muchos empleos estables. Y los programas como “Electricidad para todos” llegan realmente a los rincones más remotos del país. Por lo tanto, no se trata de obras de caridad al azar, sino de una infraestructura pública que logra otorgar derechos a todos.

Lucha contra daños al medio ambiente y la salud

A pesar de este desarrollo, en el año 2012 medico internacional ha aumentado su apoyo financiero a contrapartes locales en Brasil. Además de su apoyo al movimiento de los campesinos sin tierra (MST por sus siglas en portugués) y la capacitación de los indígenas waiapi en la cuenca del Amazonas como promotores de salud, contamos ahora con dos contrapartes adicionales. Por un lado, está el Movimento Paulo Jackson de Bahía, denominado así en honor a un activista medioambiental procedente de Caetité, cuya muerte no ha sido aclarada. Se trata de un grupo de activistas medioambientales que luchan junto con la comunidad católica de la pequeña ciudad Caetité contra los daños masivos al medio ambiente y la salud causados por la mina de uranio local. Por otro, está el PACS (Instituto Politicas Alternativas para o Cone Sul), una agrupación de científicos sociales orientada a las bases que apoya iniciativas de los habitantes de Santa Cruz, un barrio marginal a aproximadamente 60 kilómetros del centro de Río.

La población de Santa Cruz se opone a las consecuencias provocadas para el medio ambiente y la salud por una planta siderúrgica, cuyas acciones pertenecen en un 80 por ciento a la empresa alemana ThyssenKrupp. En ambos casos, tanto en Caetité como en Santa Cruz, se atenta contra los derechos de la población local y de los trabajadores y trabajadoras de la empresa correspondiente al dar prioridad a los intereses económicos privados. Se trata de conflictos ejemplares, vinculados al camino elegido por Brasil para alcanzar el desarrollo y, por consiguiente, se relacionan con el significado de los derechos humanos y civiles y el derecho a la salud. Si la suposición de medico es correcta, en el sentido de que la realización de estos derechos es solamente posible a nivel global, este tipo de interconexión en redes con contrapartes en países emergentes posee una importancia estratégica.

Similitudes entre los casos de Caetité, Brasil, y Brokdorf, Alemania Existen motivos para comparar a Caetité y el conflicto sobre la explotación de uranio con el caso Brokdorf, Alemania. También aquí se trata de una localidad pequeña y apartada – a 800 kilómetros o 12 horas de viaje de la metrópolis más cercana, Salvador da Bahia – que se defiende frente al riesgo de contaminación radioactiva por una mina de uranio a cielo abierto. El cálculo del operador estatal, según el cual las violaciones de las normas ambientales y sanitarias podrían pasar desapercibidas, no resultó como esperaba, en parte gracias a la internacionalización del conflicto. En Caetité se reúnen regularmente activistas en contra de la energía atómica, procedentes de Namibia, Francia y Canadá, con el fin de intercambiar ideas y conclusiones sobre los peligros reales. medico fomenta esta forma de divulgación sistemática de información sobre posibles daños a la salud. Mientras tanto, los habitantes de Caetité han ganado un nuevo aliado. En abril de 2013, la Conferencia Episcopal Católica de Brasil decidió discutir con mayor profundidad el tema de la energía atómica desde el punto de vista de “la vida” (es decir, no desde el punto de vista económico). Por esta vía, la problemática sobre si Brasil necesita realmente energía procedente de reactores atómicos y la explotación de uranio ha adquirido prioridad en el debate político-teológico. Al mismo tiempo, se trata también la cuestión sobre la pretensión de la marina de guerra brasileña de contar con armas atómicas en sus submarinos. De esta forma, la apartada localidad de Caetité podría, al igual que Brokdorf, convertirse en el centro de esta discusión. El contexto de la planta siderúrgica de ThyssenKrupp en la bahía de Río se asemeja al de Caetité: con la promesa de la creación de ventajosos puestos de trabajo, una comunidad marginal - que vivía originalmente de la pesca – fue despojada de su tierra natal y su salud. El escándalo se ha extendido por años. En 2006, la empresa alemana ThyssenKrupp comenzó con la construcción de la fábrica. Lula, en aquel entonces presidente del país, asistió a la inauguración en 2010. Iba a tratarse de una de las más modernas plantas siderúrgicas y se planeaban exportaciones a todo el mundo, principalmente a China. El deseo de contar con un parque industrial moderno, con puestos de trabajo calificados, coincidía con las enormes expectativas de ganancias de ThyssenKrupp. Y también la población local soñaba con una vida mejor. Pero el sueño se esfumó aun antes de la culminación de la obra: ya al inicio, 8.000 pescadores perdieron sus puestos de trabajo, dado que la construcción de la fábrica contaminó las aguas de la bahía. La protesta de los pescadores se escuchó en el mundo entero. Inclusive se presentaron ante la asamblea de accionistas de ThyssenKrupp.

Pesadilla germano-brasileña

Cuando la planta comenzó a operar en el año 2010, todas las demás promesas también cayeron en saco roto. La población local apenas encontró puestos de trabajo, ya que no estaba suficientemente calificada. Los daños de la planta siderúrgica para el medio ambiente fueron y son tan inmensos que debió cerrarse transitoriamente en diversas oportunidades. La subsidiaria brasileña de ThyssenKrupp, TKCSA, debió pagar multas que ascendieron a millones por las consecuencias dañinas para el medio ambiente y la salud. Las remodelaciones y adaptaciones que debieron efectuarse elevaron enormemente los costos. A ello se agregó el colapso del mercado del acero. Las audaces expectativas de ganancias pronosticadas por McKinsey se transformaron también en un desastre para ThyssenKrupp. La empresa alemana desea ahora deshacerse lo más rápido posible de la planta siderúrgica. ¿Pero qué ocurrirá con los daños a la salud de la población y la pérdida de puestos de trabajo de los pescadores? Todo esto no se menciona en los planes para la venta. Sin embargo, para los juzgados brasileros no queda claro si aún se deberá negociar importantes sumas por indemnizaciones. A pesar de los reequipamientos, se han producido repetidamente accidentes alarmantes causados por las nubes de polvo que afectan a toda la región. Se ha intentado apaciguar los ánimos declarando que se trata sencillamente de polvo de grafito, pero estas aseveraciones han sido refutadas por pruebas de laboratorio.

medico apoya a las contrapartes locales para la creación de mapas de salud, donde se enumeran todos los temas relacionados con la salud que surgieron en el marco de la planta siderúrgica. Aquí se trata principalmente de salvaguardar los intereses de la población local en el caso de una venta. Pero su lucha contra las consecuencias negativas de la planta siderúrgica para el medio ambiente ha logrado demostrar que ya no se aceptarán sin chistar los dobles estándares dobles en temas de derechos ambientales y de salud. El intercambio internacional y la generación de una opinión pública transnacional juegan un papel importante en ambos proyectos fomentados. La esperanza radica en que puedan contribuir a que los estándares de derechos humanos se impongan en todo el mundo.

Durante el año 2012, medico apoyó los proyectos para el fomento de la salud y la capacitación para el movimiento de los sin tierra en Brasil con € 48.299 (incluyendo la Alianza del Clima).

Publicado: 31. mayo 2013

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